sábado, 22 de diciembre de 2007

Canalizando

Si dijera que el mundo se complota contra mí sería solo porque todas las cosas que pasan alrededor son como cuchillas en la yugular que no lastiman. Aclaración: cada punzada explota en desesperación. Y no es poca cosa. Pero es esa desesperación que no tiene una morfina que la calme porque no se puede hacer nada, o sí pero tampoco somos tan capaces de abrazarnos por el primer calzoncillo que se cruce por la calle.

Justificándonos por que son feos o son caretas, son bananas, son nerds, tartamudea y la infinidad de adjetivos que se le puedan añadir. ¿Y por qué? No sé, creo que en realidad queremos todo pero completamente todo de esa persona que nos movió el piso porque tenía lo que nos hacía bien (no muy bien) y sin embargo no nos daba “eso” que necesitábamos. Y entonces lo único que queda es consolarnos con la idea de que en algún momento va a aparecer alguien que nos diga: “si dale dale posta mañana nos encontramos” y primero no nos importaría que nos lo mandase pero inconcientemente tenemos el celular apretado en la mano esperando que vibre en señal de ¡¡¡Hay vida en la Luna!!!


Y me permito unas palabras: no todas tienen esa suerte.

Y por eso es que escribo. Porque soy de las divertidas de la mesa de mujeres que busca la independencia del género, que trabaja, estudia, vive sola y es dentro de todo simpática.

Y lo logra.

Entonces el círculo infernal de las cosas te rompe la cara cuando abrís la puerta de tu casa y no hay nadie más que vos y tu reflejo en el espejo al lado de la puerta. Te tiras en el sillón, te aplastas con un pote de dulce de leche en la mano (puede ser reemplazado por chocolates, alfajores, gomitas o en mi caso cigarros como los que me acompañan esta noche mientras escribo este pobre y frustrado relato).

Lo que se intenta no es desatar la maraña de “porqués” que se nos presentan día tras día en la vida sino todo lo contrario, explicar algo que he notado común en otras personas pero que no tiene solución posible.

No hay que tomar estas cosas demasiado cruciales porque si fuese así ya hubiese terminado tirándome por el balcón (esto es una gran mentira).

Creo que las cosas dependen no siempre de uno, y lo sé porque ya no hay más estrategias de encantamiento que no hayamos usado. Solo hay que esperar, siempre sabemos que dentro de diez años vamos a estar mejor o peor pero siempre con algo que contar y con lo cual complacernos o simplemente decidirnos a caminar por la vereda de en frente, pero nunca por las cornisas.


pensado y producido por
Carolina Oroz

1 comentario:

Yayita dijo...

Entré por el flog de "jamas_transada" y te juro que leer estos textos es como una especie de terapia, sabiendo a que las ¿compatriotas? de cactulandia les ocurre lo mismo!! Es mucho mejor que el típico consejo de tu amiga(la que tiene novio hace 12356848455 años): "Un clavo saca a otro" o algún familiar cercano al tanto de tu situación que, con su mejor voluntad, te tira un alentador "llega cuando menos lo esperás" jajja :)
Espero seguir leyendo más relatos a lo largo del año
Feliz navidad y un próspero año nuevo (y con próspero voy más allá de las "ocupaciones y negocios", LOL).